miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Sombras Nada Más"



   En  1967 el sociólogo canadiense Marshall McLuhan publicó "El Medio es El mensaje". En este libro aparece la idea de "aldea global" en alusión a la interacción y cercanía, no siempre virtual, que nos proporcionan las nuevas tecnologías aplicadas a los medios de transporte y comunicación. Este concepto está cómodamente instalado en la mentalidad actual porque fue aceptado como algo fatal, inevitable, a lo que debemos acostumbrarnos. Tan es así que hasta lo tratamos con excesiva confianza  llamándolo por su apodo ya tan familiar: "globalización".
   Ciertamente, nadie es, ha sido ni será propietario de este rincón del universo que habitamos pero sucede que hay gobernantes de mayor a menor por todas partes intentando acorralar al individuo hasta, de ser posible, convertirlo en un chip de mala muerte lo cual no sucederá porque el ser humano no es una hoja al viento; es un infinitesimal universo con todas las prerrogativas que le otorga el simple hecho de serlo. Al ser mínimos clones  del cosmos resulta que somos todos dioses  venidos a menos gracias a un misterioso golpe de soberana estupidez del que aún  tenemos secuelas y el hecho es que, entre semejantes, ganadores o perdedores lo somos de manera circunstancial. Es por eso que, cuando hay descontento porque un gobernante es inadecuado o en el panorama internacional  aparece un personaje desopilante, no vale la pena desvelarse demasiado porque los políticos son nada más que sombras que de pronto implosionan por falta de  peso específico al ser puro invento de la indigencia  ciudadana que todavía es endémica en nuestra aldea planetaria por donde la historia, simplemente, va... siguiendo la flecha del tiempo.

 La sombra de los políticos no tiene entidad en un mundo donde la producción puede ganarle  todas las batallas al mercado financiero y el efecto mariposa es muy poca cosa frente a la reacción inteligente, y la tierra insiste con sus violentas protestas geológicas, y la condición humana expone su peor perfil para darse a sí misma un escarmiento. Así que a no dejarse impresionar por las sombras que lo único que saben hacer es enfrentarnos con el miedo "¡el ángel exterminador!".
   De aquí o de allá seguirán rotando los capitales sin que sea probable ninguna mudanza completa de rasgos culturales. Es misión imposible  el intento de transportar tradiciones y costumbres de una región a otra aún compartiendo idioma, y creencias, porque cuando se trata de bienes intangibles, como es el caso de los valores humanos, a lo sumo se los puede adaptar  lo cual demanda mucho tiempo. Hablar de países suponiendo que se trata de simples extensiones territoriales generadoras de productos primarios, o negocios, es desconocer lo más importante que es el alma de los pueblos con sus notas predominantes que determinan un ritmo propio en el tan bien llamado "concierto de las naciones". Es  formidable la energía del inconsciente colectivo que no está a la vista pero reconoce sus fronteras y no tiene nada de golondrina ni está en venta porque vale tanto como su destino.
   De pronto nos hicieron creer que somos habitantes de un mundo sin fronteras en el cual las distancias se acortaron, y los intereses económicos son universales, dos vulgares mentiras agravadas por el hecho de que la pretendida globalización es sólo una estratagema inconfesable dentro de la cual la mayoría de la humanidad no se siente involucrada ni desea hacerlo. Desde que los pocos administradores de la riqueza de este mundo dieron a conocer este siniestro discurso, cada grupo social -de mayor a menor- está volviendo a su ánima y ha dejado de ser espectáculo para turistas el regreso a "la madre tierra" ya muy alejada del escenario de la política internacional tan experta ella en caídas espectaculares como la de tantos  leones herbívoros que vemos  "cuesta abajo en su rodada" bajo el peso de la historia que no suele ser piadosa porque siempre ha mostrado su interés por ser justa.-