miércoles, 14 de septiembre de 2016

"Atrevida Esperanza"


   Desde siempre me acompaña la suerte de poder tratar con personas que leen bastante, investigan, crean, proponen y, generalmente son muy talentosas en sus profesiones o tareas cotidianas por muy modestas que sean. A todo esto mi pequeña desventura consiste en nada menos que chocar  a cada rato con el pesimismo visceral de tan brillantes personalidades que no tienen el menor reparo en hacerme engranar cuando me recitan, con José Santos Discépolo, que "el mundo fue y será una porquería/ en el 510 y el 3000 ¡También!
   ¿Por qué tanto pesimismo cuando está en nosotros, los humanos, poder modificarlo TODO? Sin ir más lejos nuestro planeta. Está casi irreconocible porque lo estamos modificando día a día con nuestras propias manos para bien o para mal. Para bien al adaptarlo a nuestras humanas necesidades y para mal porque lo destruimos con nuestras propias necedades y el meteoro que amenaza con  impactar a la tierra, dentro de doscientos años, podría ser la confirmación exacta de que los humanos somos un experimento fallido como los dinosaurios.
   Sin detenerme en esta posibilidad me siento cómoda en la oportunidad que todavía tenemos de hacer de este mundo un hogar confortable ¿Ganas de contrariar? ¿Afán de discutir por discutir? ¡Qué esperanza! Mi desvelo por la decorosa supervivencia de mi especie en este mundo es una fiebre que necesita optimismo para ser controlada porque no es un síntoma cualquiera; es una señal de alerta ya replicada en millones de personas para que, como  partículas cósmicas al fin, podamos re direccionar el  sentido de nuestros pasos como  viajeros de la eternidad. En lugar de ser vagabundos perdidos en el espacio de las cosas, bien podemos ser dueños, y señores, del tiempo que el universo nos presta  para construir destinos gloriosos.
   Ser todavía menores de edad nos hace girar constantemente alrededor de nuestro cerebro. Crecer significaría orbitar en torno al corazón que nos ofrece las herramientas más sofisticadas  para transformar realidades a partir de modificar interpretaciones equivocadas por no decir imbéciles.
   
   Escribí "corazón" por no decir intuición, por no decir consciencia, ni mente ni alma ni ser interno, ni siquiera espíritu... y lo hice con  mala intención porque tengo para mí que el cerebro es inconsciente; él busca resultados no conveniencias o inconveniencias y ahí está el peligro mientras que, ya lo dijo Alfredo De Musset, "golpéate el corazón, ahí está el genio". Sé muy bien, además, que ahí  está siempre alerta mi querida Esperanza con mucha más energía que la Fe porque Esperanza no es una pasiva espera, ni una confiada vigilia, ni es simple sugestión o creencia ciega. Esperanza es esa gran  atrevida que nos moviliza con sus buenas razones: "si A sucede puede ocurrir B, si B se concreta ya estaremos en C..." y porque la Esperanza no es tonta soy su más fiel colaboradora y trabajo a toda máquina para ella es decir, para mí o, lo que es igual, para USTED aunque usted no sepa que todos somos UNO ni lo quiera saber.