viernes, 3 de junio de 2016

"Mucha Mujer"


   -Pase Zabalita- dijo el profesor de química a mi compañera de banco en quinto año. Ella lo miró con su mejor cara de odio y le refrescó la memoria:
   -Mi nombre es Rosalía Zabala, señor
   -¡Pase  señorita Zabala!-tuvo que decir con rabia el macho de la clase en un Liceo de Señoritas.
   Recordé este incidente el 29 de mayo último en un homenaje televisivo a Alfonsina Storni con motivo de celebrarse su cumpleaños en la historia de la poesía argentina. En aquel reportaje a una biógrafa de la autora de "El Amo del Mundo", estrenada en 1927, el periodista hablaba de Alfonsina y la entrevistada se refería todo el tiempo a Storni hasta que apareció el diálogo cantado o, tal vez, acordado previamente:
    -Me extraña lo de Storni ...
   -¡Cómo que le extraña! Usted dice Borges y no Jorge Luis, dice Mallea sin acordarse de Eduardo y acabo de escucharlo decir  Galeano ¡olvidándose de otro Eduardo!!!
   El varón tiene tan bien aceitado el mecanismo machista que lo manifiesta de mil maneras sin siquiera advertirlo y la mujer está tan hecha a la medida de la discriminación ancestral que, salvo excepciones, no se le antoja demasiado injusto recibir menor sueldo que un hombre por igual -y hasta mayor- rendimiento laboral. Si todo quedara aquí sólo se trataría de un problema más a resolver pero, sucede que hay una escala de machismo que culmina en el crimen tantas veces amparado por policías, jueces, "coyotes" y políticos.
   Una vez aclarado que, entre nosotros, "coyote" se le dice al que ejerce la trata de personas, hay que aceptar el hecho de que el asesinato de una mujer suele ser una página más en el rubro "Policiales"  o una noticia entre tantas que recibimos con parcial atención porque es algo que le sucede a una "¡pobre mujer!". Con esta expresión artística ya creemos exorcizar a la posibilidad de que nos ocurra algo así.
   La violencia de género es un estigma que las mujeres venimos soportando desde la noche de los tiempos pero resulta que nosotras tenemos bastante que ver con el problema porque el hecho de que el hombre se haya sentido superior, siempre, no nos obligó a sentirnos inferiores que es lo que ocurrió porque, entre otras cosas, los machos nos hicieron creer que las mujeres necesitamos ser "astutas" para ganarles y en este preciso instante me viene a la memoria este cuadro de mi niñez: cuando yo jugaba a las figuritas con mis primos y les ganaba... yo debía salir corriendo porque me molían a coscorrones hasta que aparecía un mayor para defenderme sin dejar de recriminarme, en presencia de ellos, por meterme con los varones. Claro; los hombres hacen su juego y las mujeres sólo servimos para espectadoras -no aplicamos para ser protagonistas-. Hoy, gracias a la flecha del tiempo, más de una mujer puede llegar a serlo y "no sé todavía por cuáles milagros" mi rebeldía resiste al virus mental del sometimiento a los hombres y todavía los disfruto, los agasajo y los enfrento con éxito todas las veces que sean necesarias. 
  Hay muchas maneras de alumbrar a un hombre diferente al que conocemos en la actualidad  si bien para esto hace falta ser mucha mujer.
   NO celebre chistes que denigren a las suegras.
   NO festeje canciones que nos toman por objetos.
   NO ignore a la violencia en cualquiera de sus formas.
   NO sea servil con su pareja sin dejar de ser atenta.
   NO se preste al juego sucio de nadie en contra de una mujer indefensa.
   NO le falte el respeto a los años de una mujer acusándola de tener un marido joven o la cara fresca.
    No puedo dejar de decir que cada treinta horas una mujer es asesinada por un hombre en Argentina y, ya que estamos, hace pocos días un sujeto dijo de mí a sus secuaces al no poder doblegarme: ¡Es mujer!... como si no tuviera una hija así que, lo mismo que ayer: