viernes, 6 de mayo de 2016

"Amor en Acción"


      Cuando mi padre estaba ausente yo me ponía cómoda en su escritorio, tomaba uno de sus lápices de punta perfecta y buscaba papel no para dibujar, precisamente, pues lo que yo pretendía era escribir. Como aún no sabía hacerlo, simulaba que lo hacía en súper producción de garabatos que seguían el ritmo de mis parlamentos a viva voz. Cierto día mi tío Dámaso  me sorprendió de lo más concentrada en mi manuscrito parlante y se alejó perplejo pero, cuando papá descubrió mi actividad secreta lo escuché decir encantado:
   -"Mi hija es escritora. Qué se han creído" y me alentó con sus besos hasta el día de hoy después de haberlo perdido a los nueve años. Fue el único que me dio ese título en mi familia y hoy necesito decir que no siempre los padres pueden ver al hijo porque se miran en él como si fuese un espejo. Espejo engañoso, en todo caso, porque nuestro hijo puede tener nuestros rasgos y hasta llevar nuestro nombre sin parecerse a nadie de la familia ni alrededores.
   Hay sentimientos, ideas y conceptos, que nunca se expresan abiertamente pero, en los hechos, los manifestamos sin sonrojarnos:
   -¡Cómo va a ser un genio, o un artista, si es hijo mío!
   -Mi hijo es incapaz de hacer algo indebido.
   -Todo el mundo adora a mi pichón...
   -Para mí siempre será un nene... y cuántas veces los padres se refieren a "las chicas" que ya son abuelas cuando no viudas. Estas deformaciones de la realidad serían una graciosa inocencia si no fuese que los chicos y adolescentes demandan que se los vea tal como son, así sean tontos o geniales, porque necesitan el estímulo de sus seres más cercanos para desarrollar potencialidades y talentos muy pocas veces   advertidos por el entorno. La  soledad de la adolescencia es insoportable cuando no aparecen interlocutores con ánimo de acompañar y conste que no hay que ser catedrático para comprender a un hijo y apoyarlo. Lo único que debe haber es amor en acción -como decía Madre Teresa- porque además de techo, comida, colegio, tecnología y "ropa de marca" los hijos necesitan especial atención a sus dones porque un talento certifica una determinada misión en la vida.
   Nunca escuché a los padres preguntarse: ¿para qué habrá venido mi hijo a este mundo? Aceptado que no son adivinos, con sólo posar la mirada en los talentos de sus hijos estarían bastante encaminados porque un don no habla por hablar así como una vocación no es un simple antojo; es una hoja de ruta o es un plan de vuelo y, sobre todo, una vocación es una guía interior que conduce al éxito y a la alegría de vivir. La gente es muy desgraciada cuando está haciendo un camino que le marcaron otros y no el que le correspondía por derecho de nacimiento como estaba indicado en su foja de aptitudes Es muy común escuchar lo de la asignatura pendiente y vemos que si al fin se cumple con ella se conoce un estado de plenitud que se parece mucho a la promocionada felicidad que no está junto a una persona, ni siquiera en lugar alguno, porque suele hacer sus apariciones en el cumplimiento de nuestra misión en la vida.
    Es habitual que los padres se enfoquen en el futuro económico de sus hijos lo cual es de enorme importancia siempre y cuando no olviden que cuando se trata de jóvenes vidas se está en presencia de "almas vivientes". Se puede ser pobre o rico desempeñando cualquier actividad porque todos los trabajos ofrecen las más variadas posibilidades. Cocó Chanel triunfó como modista, Petrona Carrizo de Gandulfo como cocinera, Wolfgang Amadeus Mozart como músico, Pablo Picasso como pintor, Jairo como cantante... porque fueron leales al don que vino en ellos para señalarles un servicio, una misión o -por qué no- una tarea. A todo esto ¿por qué casi siempre los padres miran sin ver a sus hijos? Tal vez por aquello de que el amor es ciego.