viernes, 10 de junio de 2016

"¡Muy Buen Día!"


      Lunes 13 de Junio. Día del escritor en homenaje a la fecha de nacimiento de un gran hombre de letras argentino llamado Leopoldo Lugones. En un mundo donde el periodista es tan vecino del locutor, y ser rico pareciera lo mismo que ser feliz, al escritor se lo desdibuja describiéndolo como "alguien que escribe"  como si escribir fuese todo lo que hace el autor de una obra literaria. Para comenzar, todos escribimos desde la lista del mercado hasta le tesis doctoral y es en este punto donde aparece la intriga referente al significado de la palabra "ESCRITOR". Bien vale la pena reiterar que saber escribir no nos transforma en escritores así como saber firmar no nos convierte en letrados ni meter un pollo en el horno nos habilita como cocineros auténticos.
    He dicho, en varias ocasiones, que aportar buen manejo del idioma y buena factura en la trama literaria, siendo mucho, es casi nada cuando falta imaginación y originalidad. Son estas dos condiciones las que aportan voz propia al nacido escritor porque su obra es genio y figura de su personalidad. La mirada del escritor, como la de todo creativo, es exclusiva y salta a la vista de cualquiera por un sencilla razón: El es una persona que piensa en grande lo que la mayoría ni siquiera llegó a imaginarlo. Con horario o sin horario, con sueldo o sin él,  la labor literaria es, como ya está dicho, "la aventura del pensamiento" y no por otra causa el lector exclama a menudo:- "No se me había ocurrido" expresión que avala rotundamente la condición de pensador que asiste a quien se lleva bien con las letras. Esa reiterada sorpresa por la idea original -bien dibujada- también delata poca imaginación colectiva cuando al escritor es lo que le sobra. Naturalmente, sus horarios y sus actitudes no suelen ser comunes, y a veces se lo acusa de no trabajar porque no cumple horarios como la mayoría  de los mortales. Quienes caen en esta trampa olvidan que ninguna profesión se legitima por las horas trabajadas ni por los réditos económicos que pueda proporcionarnos. Por otra parte, a un miembro de cualquier profesión lo avala la capacitación y la capacidad para ejercerla y, después de todo, la literatura no es estrictamente una profesión: es un acto creativo en el marco del cual la rutina y el reloj son accesorios por no decir lo de menos. La obligación y los horarios pueden figurar en el esquema del compromiso laboral pero no suman ni restan en el proceso creativo.
Pensador, visionario,  rebelde, audaz, personal, indomable, el hecho de que escribir sea lo que mejor sabe hacer... parece suficiente motivo para decir de un escritor que es haragán, inútil, raro, además de  muy poco confiable, pero como yo sé que los trabajadores de las letras son luces encendidas que debemos mantener, a toda costa, hoy les regalo una rosa, en esta no tan bonita página, para desearles inspiración y buena vida.

                                            Escritoras y Escritores


                 

   

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