miércoles, 28 de diciembre de 2016

"Año Nuevo"

    Mucha gente reniega de las celebraciones de fin de año por muy legítimas razones y es verdad que todo festejo tiene suficiente tela para cortar hasta convertirlo en una piltrafa pero... la raza humana tiene espíritu de fiesta y dondequiera que te encuentres, la sociedad de ese lugar ya tiene bien instalados los motivos para aplaudir, bailar o gritar a lo loco. En Argentina los goles se celebran más que cualquier otro "acontecimiento" como si nuestra sangre rioplatense reclamara esa virtual cuota de placer que necesita nuestra habitual monotonía. El gol, además de un desahogo, es un buen sedante para la fiera interior que se calma bastante hasta el próximo partido o hasta el final de una copa que es como se llama el cierre de un campeonato.
   El futbolero vive  soñando con muchos goles que se convertirán en ascensos para celebrar a viva voz y este anhelo deportivo no es muy ajeno  a la vida misma desde que la mayoría, por no decir todos, nos esforzamos por hacer -cada día- un gol de media cancha en nuestros asuntos personales porque ¿Quién no busca ganar por goleada en su profesión o actividad? A  esta pregunta le siguen muchas más:
   -¿Estoy en un buen equipo?
   -¿Dispongo de un buen director técnico?
   -¿El campo donde  juego estará lo suficientemente cuidado como para que yo no sufra caídas fatales?
   -¿El clima ayuda?
   -¿El público es visitante  o  local?...
preguntas que   pueden ser aplicadas en el contexto de una vida cualquiera porque la vida también es juego o, para mejor decirlo, un juego en el que estamos obligados a participar aún en el banco de suplentes. Por el simple hecho de haber nacido ya estamos en la cancha así que ¡a ponernos la camiseta sin olvidar que Dios juega en nuestro equipo!
  

   Las reglas de la vida son muy similares a las del deporte porque hace falta entregarse, practicar, aprender, caer para levantarse en el acto y disfrutar de los encuentros amistosos o no. El deporte, como la vida, ofrece tantos  triunfos como derrotas y así como un auténtico deportista nunca pierde el espíritu deportivo que es el disfrute del juego, o el placer de jugar, quien es verdadero ser humano no pierde oportunidad de levantar una copa de buenos deseos entre familiares, conocidos, colaboradores o amigos y, si el aprendizaje del momento es recibir a un nuevo año  sin burbujas de champan, o sin compañía, es importante no perder ni por un segundo "el buen ánimo y espíritu deportivo" que no se cansa de promocionar Nelson Castro y yo voy a decirte algo que tal vez no sepas y no pienso   dejar de repetir: "todo el universo te acompaña"... con un ¡Gooool!!!  que busca tu gambeta y, con total seguridad, podrás hacer "de taquito".
 

miércoles, 21 de diciembre de 2016

" Para Ti"




 
A ti que...
me lees y acompañas,
me apoyas con tus +,
me alientas con tus palabras,
me protestas,
me halagas, me enseñas,
me permites no pensar ni sentir como tú y,
sobre todo, me respetas con tus inteligentes disidencias y silencios fraternales.
 
A ti que...
te veo ir y venir. Aceptarme y rechazarme. Amarme y detestarme. Buscarme y eludirme. Esperarme y despedirme.
 
A ti que...
te dedico ciertas horas de mis largas madrugadas para pensar qué decirte, de qué manera y para qué.
 
A ti que...
te conozco como no puedes ni siquiera imaginar porque tus letras tienen vida al desfilar frente a mis ojos sobre el empedrado de mi dolorido corazón.
 
A ti que...
 te hago reír con mis comentarios y llorar con palabras tan chiquitas como éstas porque YO SOY TÚ.
 
A ti que...
no sabes qué decirme cuando te doy mucho piolín para que vueles tan alto como para convertirte en una estrella gigante.
 
A ti...
ser invisible a mis ojos, pero bien presente en mi morada interior, te pido que hoy aceptes esta palabra tan simple como tú y como yo.

                         ¡FELICIDADES! 
 
                                             
                      
 


martes, 13 de diciembre de 2016

"Una Especial Inteligencia"




 
     Aquí estoy. Con la misma frescura que  tienes para pedirme que  sea silvestre porque amas el campo locamente, o para señalarme  el camino que me trae de la escuela como si hubiese sido hecho a mi medida y tan sólo para mí, y blanco, y corto, como el trajecito de novia que he vuelto a ponerme varias veces para demostrarte que me mantengo sirena o por presumida y ociosa que soy porque, ahora que recuerdo, te escucho decir muchas veces que yo no trabajo. Cuatro horas de clase y otras tantas escribiendo son como nada y cocinar ¿qué será? Tal vez un pasatiempo vulgar sobre todo cuando en pleno verano apareces con un regimiento de notables para almorzar (avisando y sin avisar). Por suerte, es muy justo que no sean los seres humanos los encargados de entregarse todo lo que se deben y desde que el cielo es nuestro pagador, no hay gestión, lágrima, pensamiento o acción que puedan permanecer impagos por demasiado tiempo y conste que para gestionar esos cobros no hay que tomarse la más mínima molestia. Yo, por lo pronto, trabajo para la vida y me arreglo tan bien con ella que ni sueño con que a un sindicato, o  a una empresa, se le antoje asignarme un centavo de los muchos que estoy acostumbrada a recibir.
    -¿Se puede saber qué haces? -consultas con esa falta de paciencia que tienes con aquellos que supones inferior a tu talla.
   -¿Ah, sí...? Pues si me tomara el trabajo de confeccionarte una lista de mis no pocas  actividades estoy segura de que serías capaz de alegar que no son tales mis famosas ocupaciones puesto que nadie me manda a realizarlas razón por la cual no se me abona ningún dinero por llevarlas supuestamente a cabo.
   Es en  ese preciso momento en el que yo solicitaría que te detengas a observar el estado en el que me encuentro. Si lo hicieras, objetivamente, verías cuántas cruces sobrellevo además de la mía y no gratis por cierto porque desde el vestuario que llevo, pasando por tu amor hasta la fuerza que tengo para defender a mi alegría, son lujos provenientes del servicio sin que yo sea precisamente servil. Como servidora, es cierto que nadie me paga un salario pero también es verdad que nada me falta desde que deben haber sido también para mí las palabras de aquel padre rico, en la parábola del hijo pródigo, cuando explica a uno de sus dos hijos por qué ordena un banquete para el que ha regresado en la miseria:
    A su hijo fiel y colaborador le dice de lo más campante:
   -Tu siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo.              
     Sí. Si pocas veces llegan a mis manos esas gratificaciones que la mayoría de la gente recibe con cierta regularidad, es porque  soy residente en cierto lugar donde  escribir, enseñar, estudiar y pensar,  son consideradas alteraciones mentales peligrosas que deben ser tratadas con dosis casa vez mayores de indiferencia colectiva y hasta en el entorno familiar. Sin abundar en detalles, hasta aquí nadie ha creído justo -o siquiera conveniente- alentarme en esos afanes y ni qué hablar de darme las gracias en el intento de continuarlos pero, como no pocos necesitan de mi cabeza y yo la presto, en algún punto del infinito hay una especial inteligencia que se toma en serio la responsabilidad de gratificarme por mis servicios porque la vida es esta empresa a nombre de toda la humanidad en la que sus trabajadores pueden estar seguros de poder contar con leyes poderosas que no sólo los defiende; además los incentiva. Suelen ser llamadas leyes de acción y reacción mientras que yo no dispongo de la suficiente capacidad para definirlas. Simplemente, me contento con saberlas de memoria para seguir amparándome en ellas. Tanto las necesité  que no por otra causa aprovecho al máximo mi natural interés por disfrutarlas. Es bien sabido que todo aquél que tenga algo que ver con las estrellas muy pronto descubre que la generalidad de lo establecido por sus desemejantes no le sirve. Son los que transcurren su infancia pidiendo permiso para jugar en casas siempre diferentes y, cuando son adultos,  están eternamente  pensando abandonar el lugar en el que se encuentran porque toda su vida buscarán alguien con quien poder ser además de permanecer. Antes de advertir que yo era de ésos, viví una prematura maternidad haciendo míos  a los que no encontraban un semejante por ningún lado y no sé en qué momento me percaté de las leyes de atracción y repulsión hasta que ya estuve en forma para ofrecerles compañía y poder colaborar con los extranjeros de este mundo que no son mayoría, tampoco bienvenidos, pero son los necesarios para la redención del género humano.

 


miércoles, 7 de diciembre de 2016

"¿Buenos Aires?"

 
    La ciudad de Buenos Aires por estos días está prácticamente intransitable y, como siempre  hay un trámite o diligencia impostergable, sus habitantes u ocupantes ocasionales no tienen más remedio que padecer el caos producido por manifestaciones y "ollas populares" que toman  el espacio público como propio hasta conseguir que todos protestamos en público o en privado; a los gritos o en un silencio casi religioso porque la súplica interior es que no termine con muertes la jornada.
   No se trata de protestas multitudinarias pero hacen mucho ruido no sólo en las calles; también en la cabeza de los argentinos además de servir en bandeja de oro tan buenos titulares a los medios de comunicación que poco creíbles, en realidad, hacen muy bien su trabajo de erosionar el inconsciente colectivo. No por nada casi todos decimos lo mismo con palabras parecidas y en tono muy similar así que ¡ojo! que nos están uniformando mentalmente con rapidez impresionante. Nos estamos convirtiendo en ecos lejanos de voces desconocidas, de oscuras intenciones y aspiraciones muy ajenas. De pronto decimos verdades a medias para dibujar grandes mentiras sólo por aparentar que comprendemos muy bien "lo que pasa en este país" y, como si fuera poco, ofrecemos "cualquier verdura" para semblantear al verdulero que tenemos a la vista puesto que ¡somos tan sagaces los argentinos...! Mientras tanto lo que se advierte en el entramado social es que estamos instalados en la queja y no en proyecto alguno que nos pueda sacar de la crisis estructural que padecemos y si esto es grave como sociedad, a nivel personal es catastrófico porque resulta que estamos esperando que Argentina cambie para cambiar nosotros cuando el país cambiará recién cuando nosotros lo hagamos.    Los ciudadanos somos el país (instituciones, actitudes, decisiones y proyectos con riesgos incluidos).
   Por muy obvio que sea, cada uno debe gobernar su vida personal. Si el país está funcionando mejor, nos irá de diez, si funciona menos que bien llegaremos a menor promedio y estaremos cerca de cero en el caso de apostar casi nada por nosotros mismos. Ahora otra obviedad: ¿por qué si exportamos talento los argentinos en nuestra tierra nos vamos al descenso? y ¿por qué nos negamos a trabajar en equipo? A tal punto somos caóticos que en este remoto lugar del mundo hasta el consorcio de un pequeño edificio ya es ingobernable. Me cuesta aceptar que realmente nos interese lucir frente al mundo  el engañoso perfil de quejosos y perdedores.
  


   Desde hace algunos años, Diciembre es un mes de reclamos sectoriales y comenzamos el nuevo ciclo no sólo divorciados de nuestro país pues tampoco estamos en buenos términos con nuestras almas por falta de proyectos, de sed de triunfo y ganas de pelear por nuestros sueños. Si bien es cierto que los gobernantes no siempre hacen su parte, también es verdad que, como ciudadanos, dejamos mucho que desear cuando  no frenamos a los formadores de precios renunciando al enorme poder que tenemos como consumidores; cuando confiamos el gobierno de la república a cualquier delincuente votando con el bolsillo y, también, cuando rechazamos reformas sociales sólo por ser fieles a una ideología en desmedro de las urgencias que nos presenta la realidad como si desconociéramos la importancia de vivir en una zona de gente práctica y racional. Allá lejos, y hace tiempo, Ortega y Gasset  nos dijo como para nosotros: "Argentinos: ¡a las cosas!". Hoy, como conciudadana vulgar y silvestre, quiero repetir un antiguo saludo fraternal:
 
                                                  LUZ. VIDA. AMOR.
 
 

 
 
 

miércoles, 30 de noviembre de 2016

"Señales de Humo"

  
    Siesta provinciana. La ciudad está en "pausa" si bien la cabeza de un adolescente no tiene por qué estarlo y menos la de Francisco. Sucede que en cuatro semanas finaliza su bachillerato tan devaluado en la realidad del siglo XXl llegado recién nomás con tantas pretensiones para dejarnos salir de la turba. Ya no basta con la universidad ni la cibernética. Además hay que dominar idiomas y tener mentalidad positiva para poder borrarnos de la lista de los casi analfabetos.
   Francisco ve en sombras su futuro como cualquiera que no alcance a escuchar el llamado de una vocación y, lo peor, no se siente atraído por ninguna actividad.
   -¿Farmacéutico? Sería como ver pasar la vida detrás de un mostrador,
    -¿Abogado? Podría significar tener título oficial de delincuente.
    -¿Maestro? ¿Para enseñar antigüedades?
   -¿Técnico en...? No. No le interesa y sigue repasando profesiones sin que ninguna llegue a enamorarlo como sucede con las chicas que tan pronto lo decepcionan. En este último razonamiento reside la dificultad de su búsqueda: el señorito busca LA perfección o, lo que igual, está detrás de una quimera. Sentado al borde de la cuneta de la vereda de su casa por la que hasta hace poco viajaban sus barquitos de papel, al final de una tormenta, Francisco está mandando señales de humo por tierra, por aire y por mar, como un náufrago recién arrojado en la ribera del desamparo. Este sentimiento de indefensión es muy frecuente  en aquellos que están asomando a la vida laboral sólo que los mayores, salvo excepciones,  no nos damos por enterados al estar ¡tan ocupados! en zonceras y completamente olvidados de que fuimos adolescentes acorralados por la indiferencia de nuestros mayores.
   El adolescente está muy solo sin la mirada de sus padres por muchos amigos, maestros y vecinos que tenga en su entorno. Como a los más grandes nos enfurece la rebeldía -por el miedo que tuvimos y tenemos a la libertad- generalmente los padres le confiamos al señor tiempo  nuestro arduo trabajo de educadores como si no supiéramos que "nuestros hijos son nuestra obra". Les ofrecemos casa y comida sí; les proporcionamos lo que sus ojos ven por supuesto; no les negamos dinero para las salidas de los fines de semana ¡claro!; les advertimos los peligros de la calle y de la noche ¡también! pero siempre sin ver que tienen todas las noches del mundo en las ojeras. No nos detenemos en sus gestos y actitudes. El saludo, algunas palabras  y ¡gracias!.
   Por supuesto Francisco no piensa en todo esto. Tampoco tiene idea de cuánto tiempo lleva queriendo encontrar el agujero al mate solo como siempre, y en la calle como de costumbre, pero no fueron inútiles sus cavilaciones esta vez porque ha llegado a una gran conclusión: lo que Él pretende es no dejar de ser quién es bajo ninguna circunstancia y, en este tramo de su aventura por esa calleja solitaria y peligrosa de la incertidumbre, este  joven pensador acaba de dar un salto cuántico porque cualquier profesión o actividad, en la que Francisco esté con alma y vida,  será tan exitosa como para poder vivir con el corazón contento.
    Es cuestión de ESTAR cuando de HACER se trata para SER algo más que un número en los sondeos electorales, en las encuestas y, sobre todo, en los senderos de la vida no siempre tan seguros ni floridos como uno quisiera.
  



 




miércoles, 23 de noviembre de 2016

"Lección de China"

   Mucho antes de que los matemáticos y científicos usaran fórmulas para resumir conocimientos, la magia tuvo las suyas para imponer técnicas de sugestión individual o colectiva. Con la aparición de las religiones las fórmulas ascendieron a la categoría de rituales es decir, experiencias visuales reiteradas ad infinitum para imponer creencias en las feligresías. El teatro había nacido y todos terminamos siendo artistas porque es el día de hoy que necesitamos ser formales para casi todo. Sin ir más lejos, en una entidad bancaria estamos obligados a acatar las fórmulas que nos impone el aparato con el que operamos. En cualquier empresa u oficina pública es imposible evitar la ceremonia de la espera para ser atendidos: sacar un número, o imprimir un turno, tomar asiento (si lo hay) o hacer fila suspirando con la vista fija en un monitor, acudir al instante al ser llamados o ver nuestro nombre en la pantalla... y al finalizar el trámite nos espera el semáforo dirigiendo nuestros pasos en la ceremonia diaria de andar por la calle en auto o a pie.
   De no cumplir con los rituales, o las normas de convivencia, no contaremos con muchas posibilidades de sobrevivir dignamente en sociedad, en el seno de un grupo o familia y mucho menos en pareja. Cualquier tipo de relación social nos demanda  ser eminentemente ritualísticos porque la naturaleza lo es y nuestra configuración mental es primariamente visual desde el despertar de cada mañana hasta que cerramos los ojos para entregarnos al descanso. Podemos rechazar horarios, usos y costumbres siempre y cuando los podamos reemplazar por nuevas fórmulas de vida supuestamente "nuestras". Hacer lo que se nos antoja es también someterse a imposiciones por muy personales que sean.
   Los informales suelen descubrir, demasiado tarde a veces, que las formalidades también embellecen la vida propia y las ajenas. Un buen día descubren que un obsequio les viene bien, o que una gentileza era nada menos que una caricia que estaban esperando, y les complace entender que si nos ofrecen comida de pie en la mesada de la cocina no es lo mismo que si nos sientan a una mesa bien puesta que, aún sin flores rococó rosadas, nos hace sentir primero invitados y, además, dignísimas personas. Nadie honra más a la vida cotidiana que aquél que sabe agasajar y estimular a los demás. Para eso está la música, los sabores, las atenciones, el compartir una luna grande, el cantar de un grillo... y redescubrirse hermanos.
  
La inolvidable actriz rioplatense China Zorrilla, en cierta oportunidad esperaba a un taxi en la puerta de su casa cuando descubrió que pasaba un señor que era la imagen misma de la infelicidad. La cabeza gacha, caminando en cámara lenta, con los labios apretados, los puños cerrados... de pronto vio a  la gran artista acercársele como confundiéndolo con alguien conocido al tiempo que lo detenía con su hermosa sonrisa para decirle:
   -¡Hola! ¿Cómo le va? Venga un abrazo, querido.
   Y el calor de esa mujer maravillosa lo reanimó. Nunca lo había tratado con tanta deferencia una celebridad de este rango y  cuando la uruguaya descendiente del autor de "Tabaré", Juan Zorrilla de San Martín, se alejaba - como siempre sobre la hora-fue muy feliz viendo  caminar al triste desconocido con la frente bien alta y con apuro por contarle a alguien que era amigo nada menos que de la Zorrilla. Con muy poco, con casi nada pero de VALOR CEREMONIAL, se le puede mejorar el día a cualquiera y hasta la vida si se da la ocasión. Sin los rituales de convivencia la existencia humana puede ser una tragedia. Yo, para empezar, me despido de mis lectores con el más fuerte de mis abrazos.



miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Sombras Nada Más"



   En  1967 el sociólogo canadiense Marshall McLuhan publicó "El Medio es El mensaje". En este libro aparece la idea de "aldea global" en alusión a la interacción y cercanía, no siempre virtual, que nos proporcionan las nuevas tecnologías aplicadas a los medios de transporte y comunicación. Este concepto está cómodamente instalado en la mentalidad actual porque fue aceptado como algo fatal, inevitable, a lo que debemos acostumbrarnos. Tan es así que hasta lo tratamos con excesiva confianza  llamándolo por su apodo ya tan familiar: "globalización".
   Ciertamente, nadie es, ha sido ni será propietario de este rincón del universo que habitamos pero sucede que hay gobernantes de mayor a menor por todas partes intentando acorralar al individuo hasta, de ser posible, convertirlo en un chip de mala muerte lo cual no sucederá porque el ser humano no es una hoja al viento; es un infinitesimal universo con todas las prerrogativas que le otorga el simple hecho de serlo. Al ser mínimos clones  del cosmos resulta que somos todos dioses  venidos a menos gracias a un misterioso golpe de soberana estupidez del que aún  tenemos secuelas y el hecho es que, entre semejantes, ganadores o perdedores lo somos de manera circunstancial. Es por eso que, cuando hay descontento porque un gobernante es inadecuado o en el panorama internacional  aparece un personaje desopilante, no vale la pena desvelarse demasiado porque los políticos son nada más que sombras que de pronto implosionan por falta de  peso específico al ser puro invento de la indigencia  ciudadana que todavía es endémica en nuestra aldea planetaria por donde la historia, simplemente, va... siguiendo la flecha del tiempo.

 La sombra de los políticos no tiene entidad en un mundo donde la producción puede ganarle  todas las batallas al mercado financiero y el efecto mariposa es muy poca cosa frente a la reacción inteligente, y la tierra insiste con sus violentas protestas geológicas, y la condición humana expone su peor perfil para darse a sí misma un escarmiento. Así que a no dejarse impresionar por las sombras que lo único que saben hacer es enfrentarnos con el miedo "¡el ángel exterminador!".
   De aquí o de allá seguirán rotando los capitales sin que sea probable ninguna mudanza completa de rasgos culturales. Es misión imposible  el intento de transportar tradiciones y costumbres de una región a otra aún compartiendo idioma, y creencias, porque cuando se trata de bienes intangibles, como es el caso de los valores humanos, a lo sumo se los puede adaptar  lo cual demanda mucho tiempo. Hablar de países suponiendo que se trata de simples extensiones territoriales generadoras de productos primarios, o negocios, es desconocer lo más importante que es el alma de los pueblos con sus notas predominantes que determinan un ritmo propio en el tan bien llamado "concierto de las naciones". Es  formidable la energía del inconsciente colectivo que no está a la vista pero reconoce sus fronteras y no tiene nada de golondrina ni está en venta porque vale tanto como su destino.
   De pronto nos hicieron creer que somos habitantes de un mundo sin fronteras en el cual las distancias se acortaron, y los intereses económicos son universales, dos vulgares mentiras agravadas por el hecho de que la pretendida globalización es sólo una estratagema inconfesable dentro de la cual la mayoría de la humanidad no se siente involucrada ni desea hacerlo. Desde que los pocos administradores de la riqueza de este mundo dieron a conocer este siniestro discurso, cada grupo social -de mayor a menor- está volviendo a su ánima y ha dejado de ser espectáculo para turistas el regreso a "la madre tierra" ya muy alejada del escenario de la política internacional tan experta ella en caídas espectaculares como la de tantos  leones herbívoros que vemos  "cuesta abajo en su rodada" bajo el peso de la historia que no suele ser piadosa porque siempre ha mostrado su interés por ser justa.-

miércoles, 9 de noviembre de 2016

"Misión Cumplida"

 

            Un poco más de corazón 

   Oscuridad total. No había tenido valor para encender la luz o, mejor dicho, ni para levantar los párpados. Morita se preguntaba una y otra vez por qué diablos no había muerto a raíz de aquel golpe en la cabeza que casi la decapitara un año antes. Se preguntaba tantas cosas... pero de nada servía preguntar cuando había tan escaso vocabulario para responder. El hecho de que le faltara un poquito de coraje no era un secreto para nadie sin embargo, desde algún recoveco de su ser le nacía pedir ayuda aunque no supiera a quién. Como viernes habitual, la mayoría de la gente ya tenía programada una salida o, por lo menos, eso  era lo que le habían dicho todos los conocidos a quienes llamó para no sentirse morir. Por fortuna, en circunstancias como ésta  suele llegar a nuestra consciencia el susurro del ángel  apenas perceptible, pero real,  para ponernos otra vez en movimiento. Fue por eso que más acá o más allá de las sombras de su casa, y de su mente, una voz como procedente del centro de su cabeza se hizo oír con convicción:
   -"Carola es gaucha" (¡Carola! Vieja amiga de sus padres)
   Una hora más tarde Morita iniciaba una visita al mundo de Carola que duraría tres años. Había llegado "por un poquito de cariño" pero la esperaba mucho más porque la alegría de aquella provinciana macanuda pudo ser positivamente sanadora. Sólo eso tenía Carola para ofrecerle  junto al café sabor canela servido  a plena luz de su alma para iluminar tanto callejón sin salida por los que había vagabundeado Morita la mayor parte de sus días. En realidad, eran callejas frecuentadas por recuerdos machados con sangre de culpas propias y ajenas.
   -Mi mamá tenía un amante. Me llevaba a la plaza sólo para encontrarse con Él ¿Sabías?.
   -Eso pudo ser algo intrascendente. Un pequeño desliz tal vez...
   -Y mi papá, tu ídolo, era bígamo.  Estaba casado  con otra mujer que vivía en Banfield. Mis hermanos y yo la conocíamos y la queríamos.
   -Eso ya es anecdótico, querida, tu padre ya no está...
   -Hoy vine temprano a visitarte porque mi hermana tenía que acostarse con el electricista y yo colaboro con mi cama...
   Cualquier queja,  denuncia o confidencia de la vapuleada sobreviviente, eran finalmente motivo de jarana porque todo lo referente a su vida era, o había sido, tan surrealista que no era difícil encontrarle a sus andanzas alguna arista cómica aunque, muchas veces, Carola se ponía seria y Morita simulaba prestarle muchísima atención.
   Durante tres años Morita revisó su existencia desde diferentes perspectivas ayudándose con los ojos de Carola. Amores y odios cambiaban de rasgos todo el tiempo como en plan de repasar una galería de vidas que terminaban desembocando en una historia muy particular causalmente suya. A Morita le fascinaba lo amoral pero, siendo generosa, se sentía buena y el simple hecho de serlo parecía otorgarle total impunidad para ocasionar cualquier desastre en su propia vida o en las ajenas. En ocasiones parecía una brillante abogada con su decir y contradecir a flor de labios lo cual no impedía descubrir que en ella las convicciones brillaban por su ausencia. Morita sólo contaba con ingeniosas necesarias presunciones. Nada de preocupaciones existenciales que estaban de sobra para quien sólo necesitaba reír y, como ella lo explicaba, pasarla bien.
   Entre risas, junto a Carola, Morita eliminó muchos obstáculos en su vida. Casi sin darse cuenta restauró sus relaciones afectivas pero, también, puso nuevamente en marcha viejos hábitos mentales que la dominaban  antes de perder la mitad de su cabeza. Larga rehabilitación mediante, junto a las nuevas conexiones neuronales reaparecieron viejas  técnicas de manipulación bajo la apariencia de simples normas de convivencia y fue así como disímiles personajes abandonaron la trastienda de su ser para reaparecer sin aviso cada vez con mayor frecuencia lo  cual ocasionaba, no pocas veces, situaciones ridículas como la de simular el mayor de los espantos al ver combatir a las hormigas con un veneno aconsejado nada menos que por ella.  Además recuperó  la habilidad de  mentir con verdades a medias porque la ambigüedad nunca había tenido secretos con ella.
   Con el regreso de su mentalidad habitual Morita recuperó su letra, su voz y, sobre todo, sus sentimientos. Volvió a descubrirse bellísima, pese a su bastón, y a sentirse habilitada para su regreso al descontrol. Fue entonces que ya no buscó refugio para su indigencia interna al tiempo de advertir, con mucha rabia, que la cabeza de Carola se veía blanca y sus ojos brillaban como el sol.  Precisamente por causa de estas  simples, humanas y eternas  razones, toda vez que a Carola se le pregunta por Morita -como amiga gaucha que es- ella contesta casi sin pensarlo:
   -¿Morita? ¡Misión Cumplida!
    
 
  

martes, 1 de noviembre de 2016

"Una Señora Mayor"

                 La vejez es cosa de jóvenes


   El dormitorio todavía está en sombras. Los pájaros la despiertan cantando sus ganas de vivir ¿Ya serán las ocho? No. Sucede que ya estamos coqueteando con el verano y el sol se atreve a dejarse ver con cierta premura. Recién son las cinco de la mañana pero Febo asoma y Sofía también porque ha dormido como pocas veces escuchando comentar a Alejandro Fantino que le teme demasiado a la muerte.
   -"Pero yo no - pensó Sofía apagando el televisor- Soy menos que la cabeza de un alfiler en el universo y si, como alma viviente, soy "algo grande"... es posible que en un futuro yo tenga otros destinos, o tal vez nuevas rutas que descubrir en el universo. De cualquier manera, si no hay novedades después de esta vida ni siquiera voy a enterarme porque, en tal caso, yo también seré NADA así que... tranquila". 
   El miedo que acosa  al conductor de "Animales Sueltos" le hizo clic en el corazón y se le dio por pensar entre sueños que cuando uno es, o se siente, importante no es descabellado preguntarse para qué se logró tanto si el día menos pensado dejamos de ser lindos y famosos por la sencilla razón de  haber llegado a la fecha de vencimiento. Qué ilusa y tramposa es la importancia que simula darnos la fama, la riqueza y el poder. Pensando en el periodista estrella, y la muerte, Sofía terminó en los brazos de Morfeo hasta hace unos minutos.
   La cocina ya ofrece claridad suficiente como para que la  madrugadora cumpla con los rituales de cada amanecer. En tanto disfruta de sus "matitos" prepara la lista de las compras  sin olvidar de quitarle a la solapa de su agenda las boletas que es urgente pagar y, casi sin pensarlo, se prepara para terminar de despertarse bajo la ducha. Hoy martes le hace pito catalán a la hora de gimnasia habitual porque  es día de la bicicleta que deberá esperar hasta la tarde. Para los búhos como ella, que tardan bastante para poner su cerebro en marcha, el agua es el verdadero despertador. Sofía agradece siempre tenerla tan tibia y generosa con sólo girar una llave así como también bendice la suerte de no necesitar ayuda para seguir en carrera por el sendero del tiempo.
   Ya son casi las siete de la mañana. La tranquilidad todavía es reina en el mundo de Sofía donde ella parece un fantasma trasnochado que se desliza sin gracia con el camisón largo que lleva esta mañana pero, es así como sale a su terraza para saludar al nuevo día y sentarse a meditar. El búho ya es  alondra y vuela alto. Nada la detiene dentro de la deliciosa levedad del cielo ¡Qué libertad! Su cerebro opera en segundo plano y su mente toma el control de su realidad celeste. Nada por aquí; nada por allá y todo a sus pies. Qué maravillosa es la dualidad del Ser. Lo visible y lo invisible formaron una fantástica sociedad donde las partes se han comprometido a funcionar como un equipo perfecto para complementarse y operar. Otra vez ¡GRACIAS!
   Cerca de las ocho Sofía ya está predispuesta para comenzar a garabatear la próxima publicación en su blog ¿Por dónde andarán los anteojos? Comienza la eterna búsqueda.
   Aunque pueda parecer obvio, a las diez Sofía acaba de llegar a la feria de la plaza para comprar un regalo de cumpleaños. Ella suele regalar plantas, libros o música y en este caso será un helecho plumoso progresista o, para mejor decirlo, con gran futuro. Cuando termina sus diligencias callejeras ya ha saludado a unos cuantos no sin decir una sarta de lugares comunes. Al pasar por la verdulería tiene antojo de frutillas, fresas en español, y es entonces cuando encuentra al vendedor cantándole a su niña "Abuelita dime Sí". La septuagenaria clienta  se suma al juego dándose por aludida:
   -Tarde, querido, hay otro antes que usted.
   -Pero el muy estúpido no aporta por aquí.
   -Nada es lo que parece.
   -Bueno... pero mientras tanto...
   -Mientras tanto marche un kilo de berenjenas.
 
Es casi el mediodía cuando la señora mayor está de vuelta a su  mínimo universo donde el teléfono está llamando con insistencia y -a que no saben- ¡es Él! y, para que lo sepan, abuelita dijo sí porque, así cumpla cien años terrestres, su alma es siempre recién nacida para la aventura y hay llama azul para rato en su corazón que vive entregándose a todos los amores con la misma facilidad que tiene  para guardarse, y protegerse, cuando al desamor se le ocurre hacerle una visita.
  

miércoles, 26 de octubre de 2016

"Hermanas"

 
  
   El miércoles pasado la primavera se vistió de otoño para estar a tono con la pena que inundó las plazas argentinas donde millones de mujeres, vestidas de negro, nos protegíamos de la inclemencia del tiempo con paraguas de todos los colores. Lloraba el cielo con nosotras tan unidas por una pesadilla que se repite sin miras de tener fin: el femicidio.
   Una argentina es asesinada cada treinta horas y ya hay más de dos millones de niños huérfanos de madre por culpa de brutales asesinatos reiterados que no parecen preocupar demasiado a la justicia ni siquiera a las más altas esferas gubernamentales. Desde luego, ya sabemos que esta oleada de machismo se fue gestando durante siglos,  no sin nuestra ayuda, hasta instalarse en el inconsciente colectivo femenino como algo que, simplemente, ¡sucede!. Pero las sociedades necesitan comenzar a revisar sus enfermedades. Todavía es común escuchar decir que hace falta admirar a un hombre para casarse con Él y nadie se sorprende de la existencia de partidos políticos enemigos de la mujer como lo es la Unión Cívica Radical, en Argentina, donde  grande mujeres como Florentina Gómez Miranda sólo fue reconocida después de muerta  y los mejores cuadros femeninos son obligados a retirarse como fue el caso de Elisa Carrió que no fue la excepción. Como si esto fuera poco, hay clubes "selectos" a los cuales la mujer sólo puede acceder como "esposa de" y al enviudar ella también deja de existir en los archivos de la institución y debe tener muchos contactos, o mucha suerte, para continuar como miembro en calidad de "madre de" (un hijo varón). Todo esto sin olvidar que para acceder a puestos de liderazgo una mujer debe ser cien veces más capaz que un hombre y, una vez en ellos, necesita ser mucha mujer para enfrentar a la horda de caníbales que la atacarán desde la oscuridad.
   Por regla general, la intelectual es resistida por el hombre mediocre y en eso está muy bien acompañado por la sociedad que es nuestra primera madre y no siempre la mejor. En este marco de tantas desventajas, la mujer se hizo muchas trampas como en el caso de su  aparente distracción con respecto a las amantes del marido de quienes es capaz de decir con cara de póker:
   -"Ellas con las capillitas. Yo soy la catedral". (De barro por supuesto)
   No son pocas las que  se inclinan por  otras pamplinas suponiendo que siendo objetos decorativos se hacen un gran favor cuando lo que consiguen es ganarse la subestimación más demoledora que pueda soportar una mujer: la de sus hijos. Cuando ellos toman partido por el padre y eligen vivir con Él, en un juicio de divorcio, no siempre es porque el señor tiene mucho dinero. La mayoría de las veces este es el final anunciado de una madre devaluada frente a sus hijos después de haberles repetido hasta el cansancio:
   -"Cuando llegue papá le cuento todo y ¡ya van a ver!" Como si Ella careciera de autoridad y capacidad para educar a sus niños.
  
Y acá estamos. Comentando una nueva marcha de #Ni Una Menos no sin  aclarar que esta última me ha servido para comprobar que hemos aprendido a ser solidarias con nuestras heridas del cuerpo y del alma. Al fin podemos sentirnos hermanas para marchar juntas tan emocionadas, y fortalecidas, como nunca. No nos dio vergüenza vestirnos de negro ni pudo detenernos el mal tiempo porque ahora sí comprendemos  que, guardianas de la vida, tenemos la más grande responsabilidad que ser alguno pueda tener en cualquier planeta.
   Ciertamente, todavía nos falta mucho: necesitamos urgente ser más generosas en nuestros elogios y opiniones entre nosotras. No hay que temer a los malos entendidos cuando se trata de comentar con alegría el talento, la belleza o el éxito de una mujer. Nosotras, muy queridas mías, somos una hermandad gigante que sería la más poderosa de la tierra si nos acompañáramos en todos los aspectos de la vida quiero decir, como colegas, vecinas, compatriotas, compañeras de ideales y ciudadanas del mundo. (Aristófanes ya trató de explicarlo ¿Se acuerdan de "Lisístrata"?).
   Es bueno competir en los negocios, y en el deporte, sin olvidar que en la vida todos somos UNO con una diminuta, fraternal y amorosa aclaración a mis hermanos: la Humanidad es FEMENINA y sólo por esa razón aguanta tanto y será capaz de salvarse de sí misma.

  
 


miércoles, 19 de octubre de 2016

"Cartas Marcadas"

 
    ¡Arriba el telón!
   En un ángulo del escenario, un pintor bajito ponía el alma en su cuadro mejor haciendo temblar a su caballete porque apenas si podía sostener en mano su paleta de colores por el susto que tenía. Aún rodeado por angelitos negros, cómodamente ubicados entre nubes de papel, estaba arrepentido de estar tan expuesto en el escenario sólo porque una maestra lo había decidido. Demasiado tarde para lamentos de un artista amateur, pero en el preciso momento, la profesora de música, Ana Zamar, comenzó a deslizar los acordes que inmortalizara el venezolano Andrés Eloy Blanco en "Angelitos Negros" y en el acto apareció Ella ¡La cantante!. Alumna  no muy brillante de cuarto grado, en su andar parecía una vestal griega llevando el fuego sagrado hacia el este del templo si hasta parecía levitar o, mejor dicho, caminar en el aire que era donde en realidad la niña se encontraba. Le habían pintado con corcho quemado toda la piel y sus labios eran una desmesura  carmesí que hacía juego con su escotada blusa a lunares blancos. Debido al hecho de no conocer  ángeles femeninos, por muy afeminados que sean, la improvisada cantante de nueve años pudo sentirse toda una mujer y como los focos del escenario la enceguecían hasta impedirle ver al público, que llenaba el Salón  de Actos de la escuela, "el monstruo de mil cabezas" estaba inhabilitado para amedrentarla así que Ella, sin complejos, rompió a cantar.
   -"Aunque la virgen sea blanca/Pinta angelitos negros/Que también se van al cielo/Todos los negritos buenos...!"
  


Poco después, en otro festejo escolar, Ella fue elegida para representar el papel de una gitanilla que gracias a su pandereta pudo disimular lo mal que cantaba las estrofas tristes de "El Mendigo Errante". Era una suerte que José Serrano, el autor de la música, no estuviera presente en la sala si bien Ella se emocionaba con la letra de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez:
   Hungría de mis amores/Patria querida/ Llena de luz y canciones/Mi triste vida..."
   ¿A quién pudo habérsele ocurrido que Ella podía cantar en público si no tenía condiciones para hacerlo? Por suerte, la niña pudo sincerarse a tiempo y admitir que cantar no era lo suyo porque lo suyo era pensar. Sí. Sin duda Ella no estaba para cantos; estaba para letras. Buscando el tono de "Canta mendigo errante/Cantos de tu niñez/ Ya que nunca a tu patria/Volverás a ver..." Ella descubrió su voz interior y la negrita cantora, en complot con la gitana salerosa, fueron las responsables de iniciarla  en el camino de las letras.
   ¡Ay, las elecciones! De ellas depende nuestro buen o mal vivir y aunque puedan parecer insignificantes no se debería subestimarlas porque las decisiones no tienen valor en sí mismas; tienen el peso de la entidad que les demos en nuestras mentes que será, en realidad, el que tendrán en nuestras vidas.
   -¿Por qué y para qué tomar un camino y no otro? ¿Hacia donde nos llevan los rumbos que elegimos? ¿Podremos afrontarlos a solas o hará falta andar bien acompañados? Si nuestras elecciones no son tales por ser mandatos familiares (más o menos encubiertos), no viviremos una gran vida pero, si las elecciones son personalísimas nos alimentarán el alma y viviremos nuestra historia con el corazón contento y no una historieta ajena con un nudo eterno en la garganta. No quiero olvidarme de algo que tengo bien confirmado: el éxito económico de una actividad no depende mayormente de la formación o capacitación académica. El triunfo monetario de una gestión laboral es fruto exclusivo de la pasión que seamos capaces de imprimirle y esa pasión es hija única de una gitana (blanca o negra) a la que nunca se pudo desterrar: su nombre es  Vocación y como  tiene bien marcadas las cartas del Destino es ella quien nos lleva a encontrarlo.
 

 
 

miércoles, 12 de octubre de 2016

"Churita"


                 Fanny, mi madre, a los 92 años.
               Un anticipo de mi novela "El Señor de Sumalao"
  
    1930

   La finca de Pedro Maurín  no era territorio exclusivo de mujeres, ahí estaban ellos, fabricando ladrillos de barro para levantar una capilla, o charqueando, sin dejar de cantar como si en las coplas alguien les hubiera escrito todo lo que necesitaban decirse o decir:
   -"A esta copla la encontré
   A orillas de un manso río.
   Qué lindo se entenderían
   Tu corazón con el mío"...
   Parcos. Severos. Brutales... en el camino, sin embargo, se volvían silbadores de tan apegados que eran al mundo de los fantasmas heredados de sus mayores. Según decían, hallándose lejos del caserío era bueno silbar para acompañarse sin desatender, por eso, a tantísimas señales impactantes que se recibía en aquellas soledades donde un temblor de tierra nunca llegaba por sorpresa. Los camperos lo descubrían mucho antes del alboroto anticipado que se armaba en los gallineros porque la extraña quietud de la naturaleza, en estado de alerta, provocaba en aquella gente algo así como un ritmo que ellos podían percibir a toda orquesta.
   Tanto como envidiable oído, las personas de campo solían (suelen) tener enorme percepción interna y si cosechaban fama de incautos no era por dormidos. Era porque en los montes la palabra todavía era sagrada.
   -No firmen nada antes de mostrármelo- No se cansaba de repetirles Maurín pero, no había caso. Aquellos geniales lectores de miradas quedaban ciegos cuando alguien los emborrachaba con palabras (efecto conocido de sobra por los políticos). Si el dueño de "Las Cantoras" no sabía lo que era perder una elección era porque administraba con idoneidad "el sacramento de la palabra". Comisario, Juez, Notario, Intendente... Pedro Maurín se desvivía por servir a todos sin aparentes intenciones de pretender algo a cambio... hasta que se le preguntaba cuánto se le debía por tal o cual gauchada.
    -El voto, mi amigo, contestaba como al pasar seguro de haber conseguido una nueva adhesión.
 
   Desde luego, lo acompañaba  una "señora diez" muy  conocida como "Churita" que en el norte  argentino significa linda, amorosa, gauchita y macanuda. Ella,  sin entender ni jota de política partidaria, era tan caudillo como su marido gracias al don de hacerse querer que tanto desconcertaba a su vecina, la esposa del líder radical Alberto Abraham. Yamila Abraham conocida como "doña Delia" no sólo carecía  de poder de seducción; también de cierta cualidad conocida como "discreción".
   -Una curiosidad, Churita, ¿por qué sembrar tanta papa, y tanta batata, si no es para vender?
   -Aquí la familia es grande. Anteriormente la indiada robaba cantidades industriales. Ahora, que está autorizada a sacar lo que necesita, ya no tiene necesidad de echarme abajo los cercos- Respondía la señora Maurín.
   -Podrían sembrar - refunfuñaba doña Delia.
   -No tienen costumbre, ni tiempo ni fuerzas.
   -La gente como usted los hace haraganes.
   -¡Nada que ver! Yo les doy de comer para que me hagan bien las cosas. En esta finca las chinas no se andan durmiendo de debilidad como en otras. No porque sean indios van a andar con las tripas silbando.
   -Son ociosos, amiga, son ociosos.
   -Son tuberculosos que es muy  distinto. Yo no sé con qué fuerzas trabajan. Cuando miro a un Chirete (chico) con carita de cordero degollado se me parte el corazón. ¿Sabías  que las pastillas McCoy son buenas para...
   -"...para ganar elecciones?"
   -¡Claro! Ahora tienes la receta.
   En realidad no había tal receta. Sencillamente, se nace sabiendo dar como se nace habilitado para recibir desde el más grande de los secretos hasta una rodaja de pan.
   -¡Ay esta mujer!- Protestaba su marido de tanto en tanto. Ordenó hacer empanadas como para un regimiento. A ella le encanta convidar. Sí. Claro que le encantaba. Ella no era experta en demostraciones de cariño pero vivió ofreciendo su corazón aún herido de muerte. Era señorona, distante, diplomática, formal y paciente. Fue una distraída pasajera en los caminos pedregosos de su época y una hermosa viuda joven que afrontó muy sola el desarrollo de cinco problemas entre los cuales el más difícil fui yo que hoy, porque el tercer domingo de octubre es el Día de la Madre en Argentina, modifico el final de un capítulo de "El Señor de Sumalao" para escribir que, efectivamente, mi madre era "Churita".








  
  

miércoles, 5 de octubre de 2016

"Cleptocracia"





   En Argentina el voto es relativamente obligatorio pero, de cualquier manera, en este país nos interesa participar en la elección de nuestros gobernantes. Hasta aquí llevamos cuarenta y tres años de elecciones consecutivas o, lo que es igual, ya hemos elegido a muchos gobiernos que mucho nos han defraudado a tal punto que la semana pasada se reconoció oficialmente que dos de cada tres argentinos somos pobres y uno de cada dos niños crece en la pobreza si no en la miseria  ahora hoy llamada "marginalidad".
   Ahora llega la pregunta interesante: ¿qué significa ser pobre? Entre nosotros un jubilado es tan pobre como la mayoría de las personas que se encuentran en actividad porque los salarios argentinos son miserables. Ser pobre es no tener vivienda digna, es carecer de agua potable, luz, gas y cloacas pero, además, es NO TENER FUTURO porque por mucha ayuda social que recibas, sin educación masiva acorde a las exigencias del futuro, no tienes posibilidad de acceder a la movilidad social y eternamente serás tan sólo UN VOTO asegurado para el sinvergüenza de turno capaz de dar subsidios, y documento argentino, a gente de países limítrofes para acarrearlos como ganado para contar con los números necesarios para su re elección.
   El tema de la educación es tan importante que no por nada los libros y los instrumentos musicales son artículos suntuosos, la escolaridad completa es inaccesible para millones de argentinos, la formación tecnológica es mediocre y escasa, la capacitación científica y cultural tiene muy mala prensa, la excelencia brilla por su ausencia... Desolador ¿cierto? pero a no desesperar: gran parte de los argentinos ¡resiste! y está aprendiendo a elegir a sus administradores y cada día es más corajuda: denuncia, atestigua, no se deja engañar y participa. Nos mintieron tanto que las mujeres estamos demostrando que, si no nos dejamos matar y no nos da poder un marido sino nuestra propia gestión, somos fuertes, capaces y decentes, y los hombres deberían responder por qué razón fatal durante siglos no se ha resuelto el tema de la distribución de la riqueza en este mundo y cada día está más concentrada en menos gente. Desde luego,  ni ellas ni ellos  por separado podrán reparar tamaña injusticia pero habrá que apostar a la excelencia. Cuando un país como Argentina, privilegiado y sub poblado, resulta ser una gran fábrica de pobres quiere decir que sus pobladores han caído en  trampas culturales mortales como lo es suponer que no está mal si los gobernantes "roban pero hacen". ¡Mentiras! si roban NO HACEN más que usar el poder en su propio beneficio y entonces queda claro que el ejercicio de la política partidaria puede ser el mejor negocio cuando los votantes no son ciudadanos con mayúsculas. Ser CIUDADANO es estar alerta incluso en las charlas cotidianas. En cierta oportunidad, alguien me dijo algo que suelo repetir en broma:
   -"El que presta un libro es un tonto y el que lo devuelve es más tonto aún".
   NO SEÑOR. El que presta un libro es una persona generosa y quien no lo devuelve es un gran desagradecido y, como si fuera poco, es egoísta porque el prestador de libros dejará de serlo.
   No hay trampa más efectiva que el eufemismo porque el cinismo es puro veneno y en vez de decir de alguien que es un "fuera de la ley" digamos, mejor, que es un delincuente y no repitamos que matar es un error: es un crimen y terminemos con el amparo a la infidelidad porque no es poca cosa: es una traición. Que todos podemos ser traidores y traicionados es otro tema. Lo concreto es que hablando honestamente no seremos tan buenos abogados pero seremos mejores ciudadanos y, volviendo a tantos que llegamos a fin de mes con la billetera vacía y la tarjeta arrasada, voy a unirme a una excelentísima persona como lo es el médico, músico, periodista y escritor, Nelson Castro para decir con Él:
    -"Votar ladrones no es gratis y si no dejamos de votar delincuentes: terminar con la pobreza seguirá siendo una quimera".
Uno de cada dos son pobres
(¡Qué vergüenza!)
 
  
 

miércoles, 28 de septiembre de 2016

"El Anillo"

Experiencias de la vida real.
    Viviana es muy joven. Vive enamorada del arte y lee todo lo que puede es decir, no tiene un pelo de zonza si bien algunas veces pareciera serlo por causa de su gran timidez  tan seductora  para Ariel, su compañero de andanzas por la vida. En realidad no es fácil imaginar al uno sin el otro así como no es posible concebir un domingo sin el almuerzo compartido con sus madres. En uno de ellos Viviana tomó coraje para pedir prestado a la suya un anillo de la abuela para cierta gran ocasión. Por supuesto, la sortija cayó en sus manos con toda suerte de recomendaciones y, vaya uno a saber por qué, Ariel no la pudo mirar con buenos ojos: esa joya era valiosa y, por tal motivo, una insoportable responsabilidad y conste que Él aún no tenía noticias de que "el miedo es un angel exterminador"... hasta la noche de la fiesta cuando al abandonar el salón, en el momento de subir al coche, Viviana hizo un giro desafortunado y el anillo rodó por el asfalto sin que hubiera manera de recuperarlo.
   Fue inútil buscar razones para la pérdida porque no las había como no hubo explicaciones para la dueña de la reliquia de modo que el accidente fue reportado al silencio: La madre de Viviana pensó que a su hija le costaba devolvérsela y no le pareció extraño, ni de mal gusto, que su única hija quisiera conservar algo tan valioso de su abuela de modo que no la reclamó. Por su parte, la hija culposa vivía esperando el momento oportuno para decirle a su madre lo que nunca hubiese querido decirle pero, se sentía desfallecer toda vez que intentaba hacerlo y la mala noticia siempre quedaba para mejor ocasión.
   Todo parecía seguir su marcha habitual -porque no suelen ser visibles los matices de la vida cotidiana- y el almuerzo ritual del domingo en familia no ofrecía más aderezo que un gol de media cancha o un chisme ocasional. Cada fin de semana había cambio de cocinero porque en aquel cuarteto cada uno era especialista en varias recetas complicadas.
   Un año después de perdida la joya de la abuela, Viviana preparaba en casa materna las empanadas más gloriosas de su vida. Ella, que no aceptaba entrometidos en "el rincón de las hornallas", aquél día solicitó un mojito cubano que Ariel corrió a preparárselo. Antes del primer sorbo, Ella le dijo:
   -Ya que estás ¿me alcanzarías el comino?
   No le pongas poco picante -solicitó Ariel mientras le acercaba el frasco del ají molido y fue entonces que ¡Ay, Dios! ¡La sortija perdida en el asfalto estaba de lo más bonita en ese envase vulgar y silvestre! Se veía  tan magnífica, recostada sobre la alfombra roja picante, que  ambos enmudecieron. Abrazados como entre sueños Viviana apretaba a la sortija con todas sus fuerzas  en un puño como para confirmar que la había recuperado. Sin decir esta boca es mía, la guardó en el bolsillo de la camisa de un Ariel casi a punto de enloquecer.
   Ya de regreso a casa. Viviana intentó las más variadas explicaciones acerca de la reaparición del anillo perdido nada menos que un frasco de la cocina de su madre.
   -Abuela me lo devolvió
   -¿Te parece? Atinó a decir Ariel.
   -O serán los duendes.                   
   -No empecemos con zonceras.
   -Esto hay que contárselo a  Ely
   -¿Quién es Ely?
   -Una clienta
   -¡No se lo cuentes!. No se lo cuentes a nadie ¡por favor! porque esto no se puede creer.
   El resto del camino fue a puro silencio. Viviana se resistía a intelectualizar sus intuiciones porque quién sabe si los milagros no son realidades perfectas. Una vez en casa, su pareja no pudo esquivar la trampa de una obviedad.
   -¡Aquí pasó algo!