sábado, 29 de agosto de 2015

"Un Viaje Misterioso"

   Es un hombre de pocas pulgas. Nunca supo adaptarse a un superior porque subordinarse no es para un libertario de su talla de manera que siempre se las ingenió para trabajar por su cuenta hasta que encontró en el taxi una opción de virtual independencia. Si bien largas horas al volante no son un bálsamo para el alma, precisamente, en su largo caminar por el túnel del tiempo Héctor se especializó en semblantear a sus pasajeros y rara vez se equivocaba con el perfil de gente que deseaba trasladar si bien este entrenamiento no pudo garantizarle total impunidad frente a una que otra sorpresa desagradable.
   Aquel día estaba más que desanimado por tan poco trabajo de fin de semana argentino pero tenía necesidad de elevar la recaudación de manera que decidió hacer la novena hora de su rutina habitual y en eso andaba cuando apareció el nuevo pasajero: un sujeto de apariencia convencional que solicitó viajar en el asiento del acompañante. El taxista acccedió. El viajero no terminó de abordar el coche cuando tres sujetos irumpieron raudamente en el vehículo para ubicarse en los asientos traseros y todo daba señales de ser un asalto pero, como era tarde para reaccionar el conductor del auto inició nomás el recorrido solicitado por el hombre que tenía a su lado. Catamarqueño simpático, tenía ganas de conversar pero no por eso las treinta cuadras del recorrido dejaron de ser interminables para el chofer que hasta podía jurar que, en cuestión de segundos, cualquiera de esos tipos le mostraba un arma.
   Héctor no dejaba de observar por el espejo con cero discreción a ese trío de sospechosos que transportaba a sus espaldas y no pudo menos que sorprenderse por el hermetismo que mantenían tan sospechosos individuos. Uno parecía intentar un sueño o, tal vez, meditaba; los dos restantes, despreocupados por la suspicacia que habían despertado en el conductor del coche, observaban con desmesurado interés lo que la ventanilla les ofrecía hasta que -por fin- llegaron a destino. Un segundo antes de detenerse Héctor decidió hacer una advertencia al viajero que lo detuviera momentos antes.
   -Mire señor: ésto no se hace. Otro chofer bajaba a estos sujetos en una comisaría porque usted simuló estar solo cuando lo acompañaban estos tres tipos que me abordaron como delincuentes 
   -De qué tipos me hablas. ¡Estoy solo hermano!
   El taxista miró hacia atrás con el rabillo del ojo y... no vio pasajero alguno. Vacío inexplicable. Ninguna posibilidad de no pasar por loco así que buscó escudarse en una humorada hasta que el extravertido pasajero abandonó el móvil, sin enterarse de nada, y  con cierta premura por ser recibido en una casona de Monte Castro que, según se leía en su frente, era "La Mansión Del Angel".
   Antes de pisar el acelerador para continuar en tránsito, y aún desconcertado por lo que terminaba de sucederle, el bueno de Héctor no pudo evitar darle un último vistazo al sujeto que terminaba de trasladar y es el día de hoy que no puede admitir sin reservas lo que vio: los tres "desaparecidos" estaba detrás del catamarqueño muy de brazos cruzados- esperando de lo más campantes- que alguien se dignara a abrirles la puerta.
    Dicen las crónicas increíbles que el taxi se convirtió en un objeto volador no identificado que apareció de pronto en las calles truculentas de la "Misteriosa Buenos Aires" de Manuel Mujica Lainez.