sábado, 22 de agosto de 2015

"Simplemente Amor"

  -¿Nunca pensaste que dejar de amar no es otra cosa que desconocerse? No es la de ayer esa persona que ha dejado de amarnos, o la que hemos dejado de amar y, por este motivo, si alguna vez amanecemos sin la magia de nuestro  amor no seremos más que dos extraños que hasta aquí no pueden verse como el resto de la gente puede hacerlo. Es una pena pero, nosotros somos una gran pareja de artistas que se dan cita en el santuario de las más extraordinarias emociones y ojalá que no se nos ocurra abandonarlo porque, en ese preciso instante, afuera estaremos ¡nosotros!: dos sujetos demasiado humanos exponiendo sus peores características es decir, tan averiados, feos, perversos y vulgares, como los más dignos exponentes de nuestra especie.
   Como verás, hay excelentes razones para no abandonar el santuario claro que como hemos cometido imprudencias mayores, no me sorprenderé  si una madrugada de éstas el uno se lanza a la búsqueda del otro. Lo primero que harías, en tal caso, sería preguntar por el paradero de cierta mujercita que, casi sin darse cuenta, una noche descubrió al niño de tu corazón para cuidarlo como sólo Ella sabe hacerlo. Yo, por mi parte, comenzaría por preguntar cuál es tu nombre porque -hasta hoy- te llamas simplemente "AMOR".
   Esto sí; no sé desde cuándo. Debe ser desde que se me escuchó decir espantada:
   -Dios mío. ¡Me enamoré! ¿A qué santo se debía ese milagro?
   -A ninguno. Le ocurre a cualquiera.
   -No sabía que el amor cae en cualquier momento y sin avisar..
   -Ahora lo sabes: las parejas se concretan en el cielo y se consuman en el  lugar donde pueden encuentrarse.
   Así de simple y bien provisto de esa cuota de fragilidad que me mueve a vigilar, y a mantener a toda costa, la llamita que ha quedado de la hoguera. La cuido sí. Porque es lo único que pude guardar en mi corazón desde que cargo -desde muy chica- con la definida sensación de que nada ni nadie me pertenece. No sé si la confirmé de grande o si me hice grande confirmándola. Lo único que puedo decir es que es sagrada la llamita que te digo y, sin que a nadie se lo cuente, día a día me concentro en ella poco menos que hasta hacerla desaparecer como si no hubiera tarea más fascinante que la de reavivarla, una y otra vez, para regalarme vida nueva. Fuego fatuo -si quieres- pero se deja estar en mi poder porque ya es parte de mi ADN desde que vivo inventándola con la asistencia milagrosa de aquella extraña ternura del primer instante en el que me sorprendí pensando ¡en vos!
   Fue a la hora de sacar de mi sopa amarga tanto dolor que me dieron para tomarla con algo muy dulce parecido al olvido que, como una mano tibia, me guarda. Aquel día glorioso busqué unas flores nacidas solamente para mí porque necesité recogerme el pelo con ellas para enfrentarte -al fin- con tu propia primavera y entonces...tus pensamientos fueron maripositas blancas rondándome -rondándome- y ya hubo domingos multicolores en lugar de tus pobres domingos que,  entre caricias comerciales y besos comprados, llegaban  todos vestidos de negro.