sábado, 20 de junio de 2015

"Dimensiones Desconocidas"

   "Un poeta joven de la dulce Francia/ que lleva sin mengua su estirpe gloriosa..." qué bueno (qué bueno, qué bueno) nuestro Belisario Roldán. "La Página Blanca" retumbó en mi memoria cuando me propuse escribir que un concertista argentino muy joven, compositor y director además, explica a los niños que el piano es su "nave espacial". Horacio Lavandera le habla así a la gente menuda sabiendo que la emoción es el principal motor de la infancia y que no necesita dar ninguna explicación extraordinaria para que un niño comprenda lo que significa salir pasear por el infinito que nos queda tan cerca como en el alma de cada uno. Tampoco a los científicos les llevaría todo el tiempo que les está llevando explicar la teoría de las cuerdas si se atrevieran a volver sus pasos al universo de sus primeros días es decir, los días de la emoción pura cuando no hay ningún velo cultural que tape los ojos a la sensibilidad pero, claro, ser sensible es lo primero que te prohiben con el cuento de que es necesario ser "fuerte" para no perecer en el intento de abrirte paso entre tanta humanidad desaforada.
   Sin embargo, la sensibilidad resiste abriendo cuanta ventana encuentra para tomar un respiro y seguir en carrera y si bien la gente no sufre el abandono de tantos que duermen en las calles, por ejemplo, las películas provocan ríos de lágrimas a lo largo y a lo ancho de la tierra. Esto indica que al ser humano no le está permitido dejar de serlo en ninguna de sus características esenciales lo cual me hace pensar en que el arte todavía tiene mucho qué hacer entre nosotros. Son los artistas quienes más se acercan a los misterios del universo y es una suerte que hoy puedan ser más conocidos para hacer mejor su labor de guías en el campo minado de las emociones. Si las personas enferman emocionalmente pudiera ser que esto suceda porque se intenta bloquearlas de tan subliminales maneras  que ellas no alcanzan a percibirlas con la claridad suficiente como para poder defenderse. El bloqueo más frecuente es el ataque a las vocaciones.
   Toda vocación es un llamado interior como todos lo sabemos pero no falta la intervención de la necedad para intentar desacreditarlas con argumentos como: "te vas a morir de hambre" ó "cómo va a ser talentoso si es hjo (o hermano) mío"... Hoy se incentiva a los jóvenes para que sean "prácticos" cuando no hay nada más práctico que ser feliz haciendo lo que se ama hacer lo cual es esquivalente a ser lo que somos. Muchas veces se necesita fuerza sobrehumana para defender una vocación pero quienes cumplen con ella son los más grandes afortunados porque la siembra y la cosecha no son episodios personales; son también acontecimientos sociales que hasta pueden incluir éxitos comerciales. Algún día las sociedades aprenderán a reconocer la deuda enorme que tienen con sus artistas. Esto podrá suceder cuando la mayoría sepa defender aquellos intereses que están bien subrayados en sus  genes o, si se prefiere, en su personalidad y -oh sorpresa- entonces casi todos seremos artistas... en cada una de nuestras actividades que no deben figurar en otro rubro que no sea el de "servicios".
   Toda vocación es un llamado; todo llamado desde la interioridad del ser es una misión y todo ser humano está llamado a cumplirla para estar en su debido lugar y no correr el riesgo de ser desgraciado. Yo aquí quiero declarar mi amor a los músicos que son capaces de usar un instrumento para salir de viaje por las emociones o, mejor dicho, por esas dimensiones desconocidas que conforman el multiverso en el que vivimos sin siquiera sospecharlo. Desde luego, estas bellas personas son las que no han perdido a su niño y saben cómo agasajarlo. Cuando disfruto y observo al pianista Horacio Lavandera, al  señor acordeón Chango Spasiuk o al maestro del charango Jaime Torres, como  a tantos otros músicos de raza, abrazados a un instrumento de paseo por vaya usted a saber qué maravillosas sensaciones, no puedo menos que pensar de cada uno: ¡su niño está bien! y el mío... en su salsa.